Le llamaban Diógenes

Author: Beatriz Sy /


Recordaba muy poco de su vida, intentaba hacer memoria cada vez que llamaban a su puerta para preguntarle, nunca entendió el por qué de tanta curiosidad y siempre contestaba lo mismo. Les decía que su nombre era Diógenes, o eso creía, no lo tenía muy claro, pero así lo llamaban, su mujer murió hace mucho y de sus hijos nada sabía. Compartía hogar con fieles acompañantes, sus mascotas, aunque opinaba que los tenía mal acostumbrados, algunos de ellos eran vagos, nunca acudían a su llamada y no se levantaban ni para comer, dormían y dormían, ni a golpes lograba despertarlos.
Llegó a molestarle tanto interrogatorio y que continuamente quisieran entrar en su casa, el no iba a incomodar a nadie, además, temía que se llevaran el tesoro que amontonaba en los rincones, le había costado mucho esfuerzo el conseguirlo y no iba a permitir que nadie se lo robara.
Un día le invitaron a dar un paseo, asegura sentirse engañado, no debió hacerles caso, extraña a sus animales y le despojaron de todo lo que tenía, su nueva casa no le gusta, ni tan siquiera la forma de vestir de sus nuevos compañeros, con lo bonito que es el color y siempre van de blanco.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Una enfermedad terrible. Social en la base. NO entiendo como muchos giran la cabeza ante ello. Son personas que sólo pretenden ser escuchadas, entendidas, atendidas, apoyadas. Una sociedad que parece ignorarles. Una pena, triste que se aliente incluso por quienes no deberían.

Besos de loki vinodelfin.

Beatriz Sy dijo...

Es una enfermedad no comprendida y no entendida como tal.

Besos.

TORO SALVAJE dijo...

Yo tengo el síndrome contrario, si tuviera que llevarme todo lo que tengo creo que en una hora estaba listo.
No guardo nada, no acaparo.

Saludos.

Beatriz Sy dijo...

Mejor no crees? antes salídas rápidas o huídas, no corres el riesgo de dejar algo atrás... ;)

Besos.

César Socorro dijo...

Siento lastima por las personas con el síndrome de Diógenes. Aunque no conozco personalmente a nadie que padezca esta enfermedad, puedo imaginar lo duro que puede ser para el y sus familias (quienes suelen sufrir callados la enfermedad). Me gusto mucho tu relato, aunque lo cierto es que me gusto mucho más el que leíste ayer en el parque San Telmo.

Beatriz Sy dijo...

Cual de ellos? jajaja... uno será la próxima entrada.

Un placer el vernos las caras. Besos.

El Ángel... dijo...

No hay que acumular en ningún orden de la vida. A veces nos llenamos de pasado o de futuro y somos como Diógenes sólo que nadie ve la basura en los rincones.

Un beso

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