En la estación

Author: Beatriz Sy /


La estación estaba repleta. Un sin fin de trenes recorrían las vías con destinos varios. Miraba los itinerarios y ninguno era de mi agrado. Busqué atentamente uno que recordé ver una vez, y me atrajo. La verdad es que no sé a donde se dirigía, pero pasaba por lugares desconocidos que me llamaban la atención. Las paradas tenían nombres interesantes, y era distinto, sus colores, su forma, todo. Como no aparecía, me senté a esperar. Sabía, estaba segura, que tarde o temprano haría su entrada. Y así fue.
La verdad es que no soy intrépida, nunca he viajado sola, y menos aún sin rumbo fijo, pero... ¡que diablos!
En taquilla me dijeron que el billete se le compraba directamente al conductor, que ellos eran ajenos a todo lo que tenía que ver con ese transporte, correspondía a una compañía independiente -hasta en eso era distinto-, y me acerqué.
El conductor era un señor alto, de maneras rudas, mirada perdida y voz grave. De esos que se diría con cara de pocos amigos.
Sorprendentemente se negó a venderme el billete. No entendía nada, el tren iba vacío, y esta allí, en la estación. Era como si esperara por mí.
Ante mi palabrería barata -que reconozco que a veces funciona, no sé si por convencimiento o por cansancio- su talante cambió, se volvió dulce y protector, incluso sus rasgos eran otros. Se empeñaba en decir que el viaje era duro, que no estaba hecho para una chica como yo, que no lo soportaría, que los sitios eran complicados, inhóspitos, que eligiese cualquier otro que me llevase por ejemplo a.... una playa, o un balneario.
Una playa, un balneario... ¡aburrido! Yo quería ese. Además, eran mis vacaciones, era mi recorrido, era mi decisión.
Haciendo honor a la más arraigada de mis virtudes -o defecto, según se mire-, la cabezonería, me senté a un lado, como no, a esperar. A esperar a que ese conductor, más cabezón que yo si cabe, cambiase de opinión y me dejara subir.
Creo que se sentía intimidado. Me miraba, lo miraba, lo miraba, me miraba. Era como un duelo de titanes, un mano a mano a ver quien se cansaba antes, quien bajaba la guardia primero.
Entre mirada y mirada, observaba el tren, tan llamativo, tan hermoso. Supongo que era el calor insoportable de aquel lugar, pero por momentos creía ver un guiño en sus ventanas.
Mientras, el conductor se relajó, sacó una foto del bolsillo y una sonrisa amplia dio brillo a su cara. La curiosidad me pudo, ¿qué estaría mirando? ¿de quién sería esa imagen?
Esperaba, esperaba, esperaba. Le hice un ademán con la cabeza como diciendo... no tenemos todo el día ¡Qué! ¿Subo?
Ya con la estación vacía, los trenes en su recorrido habitual, las luces apagadas, el sol encendido, y viceversa... sigo aquí, y el tren ahí; mirándonos.
No sé si este relato, cuento, o lo que sea, tiene un final, o tan siquiera un principio. Si tiene sentido, moraleja o contenido. Pero los sueños tienen eso, son lo que son, un cúmulo de circunstancias rodeadas de espejos en que nos miramos, y cada uno esperando por su tren.

Ojalá

Author: Beatriz Sy /


Cruzar los dedos

apostar por el futuro

Apartar el telón

de funciones postergadas

Respirar tranquila

inquietamente tranquila

Sudar de esperanza

de incertidumbre

Rozar la alegría

Alegría contenida

en busca de la suerte

La suerte de dos

De cenizas, sudor y miel

Author: Beatriz Sy /


Cenizas. Cenizas rebozadas con sudor, esperanza y tiempo, empuñan espadas sin filo donde se columpian los ganas; y ascienden. Acarician sonrisas. Algodones de azúcar, de miel de caña. Ungüentos de sorpresas y milagros. Milagros libres de penitencias que pagar descalza sobre cristales ardientes, sin vírgenes ni dioses; tan solo deseos. Deseos de amaceres y tramontanas que se cuelan sin vergüenza escondidos tras formas chinescas. Formas cálidas, vestidas de negro sobre un fondo blanco y recubiertas de fuego. Fuego que no arde, fuego que no quema. Fuego que ablanda pieles, que limpia heridas, que seca sudores y barre cenizas.

Sed de sed

Author: Beatriz Sy /


Sed de viento

sed de agua

sed de tierra

sed de fuego

Sed de puertas y ventanas

sed de espacios abiertos

Sed de esperas

sin espera

Sed de tiempo

de poco tiempo

Sed de manos

Sed de bocas

Sed de cuerpos.