Caducidad

Author: Beatriz Sy /

En este jodido mundo, se nos vende todo con fecha de caducidad, alegan que por nuestro bien, es más sano no arriesgarnos a que algo se consuma en mal estado por el paso del tiempo.
Pero cuantas veces hemos deseado no tener que deshacernos de esos productos, que cuando los miramos, nos recuerdan, ya pasó el momento, me tienes que dejar. O de esos otros que tenemos que consumir rápidamente, si queremos saborearlos antes que llegue su fin.
No se tu, pero en alguna ocasión, yo he deseado que no existiese esa cesación, poderlos tener ahí, para cuando el hambre asome o simplemente cuando llegue esa gula insaciable y dicen que malsana (a saber quien se lo habrá inventado) deleitar los sentidos, degustarlos, devorarlos, sin el miedo a perderlos, por la decisión estúpida, de no se sabe quien, de que todas las cosas tienen su fin.

Despertador

Author: Beatriz Sy /


Como cada mañana, antes de despuntar el alba, recibo su visita. Aunque lo espero a diario, siempre consigue sorprenderme. Llega con esa voz sonora, repicante y molesta que tantas veces he deseado no oír, intento ignorarlo y seguir como si no estuviese, pero no es posible, insiste una y otra vez, hasta que vence a mis sentidos y obedezco resignada.
Comienzo mi día y llego a olvidar que estuvo, hasta que el sol inicia su despedida dejando paso a la noche, que trae consigo su recuerdo, y el inicio de ese ritual nocturno que me lleva a preparar su llegada, como siempre, molesta. Compruebo la hora y me sumerjo en mi sueño, sabiendo que, sin falta, en el tiempo acordado, llegará para recordarme que debo despertar.

Escondite

Author: Beatriz Sy /

De pequeña me enseñaron que el escondite es un juego. Curioso por cierto, ya que aunque hubiesen muchos participantes, siempre era un pasatiempo de dos, el que se esconde y el que busca.
La parte preferida de todos era la de escondernos, la de rastrear nunca gustaba a nadie.
Jamás se sabía quien se cansaría antes, si el perseguidor o el perseguido. Cuando llevábamos mucho tiempo, detrás de un árbol, un coche o dentro de un portal, sin ver a ese pobre, que le tocó la ardua tarea de dar con nosotros….. curioso!! Salíamos de nuestro escondrijo y de pronto adquiríamos un doble papel, nos encontrábamos a la búsqueda del perseguidor.
Nos acercábamos tanto, que corríamos el peligro de ser localizados, pero antes de que nos viera, salíamos corriendo, al cobijo de otro refugio, hasta que nos cansábamos y nos dejábamos pillar.

Con el paso del tiempo, me he dado cuenta, que solo es un “juego de encuentros”.

Anónima

Author: Beatriz Sy /


No, nunca me habías hablado de tu pareja, ni su nombre, ni nada de tu vida. Sabía que la tenías, eso sí. Quizás mera intuición, me lo repetía a diario, cada vez que llegabas a mí, con el cabello suelto, tus gafas de sol y ese aire distraído e indiferente, que tanto me intrigaban.
Cualquier movimiento, gesto o sonrisa, me evocaban una historia, un film en mi mente, que encajaba con tu escenario, ese mismo, que solo yo había creado para ti, sin olvidar el más mínimo detalle.
Nunca te busqué, ya que jamás faltaste a tu cita, a nuestra cita. Me sentía seguro, tranquilo, como el amante que se sabe deseado…
Pero… ya lo sé, nada es eterno, los escenarios cambiaron, ya no dominaba tus entornos, algo se escapaba a mi control, mi seguridad se desvanecía.
Al principio no acudías a nuestro encuentro, solo en ocasiones y te buscaba, te anhelaba, esperaba deseoso que llegara el nuevo despertar del día, para poder cruzarme nuevamente contigo, sin embargo, se fueron haciendo cada vez más normales y asiduos, hasta que me resigné y acepté, que ya no estabas.
Si, formaste parte de mi vida, a nuestra manera, a tu manera o más bien…a la mía.

Inoportuna

Author: Beatriz Sy /

Eran, mas bien, los días de arriar las velas
y toda señal a mi alrededor decía... Cautela
Cuanta estrategia incumplida, aquella noche sin luna
tu por ejemplo, tan bienvenida y tan... inoportuna

Jorge Drexler

Jueces y Verdugos

Author: Beatriz Sy /

Estoy convencida que al nacer, venimos al mundo con la licenciatura de derecho implícita, sin necesidad de haber pasado por la facultad… todo un lujo!!!… y que a medida que vamos creciendo, comenzando a andar, a hablar y a observar el mundo que nos rodea, conseguimos, no sabemos ni como, ni porque, el rango de jueces. Quizás es lo lógico, lo llevamos en la sangre, supongo que será herencia, un cromosoma más de nuestro ADN.
Obviamente, gusta mucho ésta profesión, hasta el punto, que de tanto ejercer, nos vamos autoproclamando expertos en el tema, nos colgamos los laureles y terminamos relajándonos tanto, que pensamos que podemos dictar un veredicto con solo escuchar una simple frase, ver una mirada o por observar una cara, por poner algunos ejemplos, sin tener en cuenta lo que se supone que debería saber todo buen profesional del ramo, que hay que valorar todos los hechos, todas las versiones y saber que aún así, podemos llegar a una conclusión errónea.
Cuantos encarcelados inocentes existen?... por no hablar de los condenados a muerte, según por que jueces. Lamentablemente y a pesar de las proclamas pro-vida, que no se hasta que punto son efectivas, parece que cada vez, existen más, este tipo de expertos.
Ojala viniésemos al mundo con un pan debajo del brazo, como decían nuestros abuelos, y sobre todo, con pequeños cursillos de transigencia, honestidad y coherencia.

Sin Miedo

Author: Beatriz Sy /



Le hablo y el siempre me escucha, siempre atento a mis palabras, mis sentimientos, mis deseos más profundos, no pierde jugada.
Le hablo y no se por qué, ya que me gustaría que no estuviese, desearía matarlo sin remedio, pero creo que no soy yo quien lo busca, sino el quien me persigue. Y te sientes incluso acosada, deseado escapar con más fuerza, huir, correr sin dirección y a veces hasta sin sentido.
De pronto un día, te das cuenta que ya no te pregunta tanto, no te persigue... Se habrá cansado?No seamos ilusos, nunca se cansa, está ahí, agazapado a la espera de que lo reclames.

Pero le he dado esquinazo, me pongo tapones, ignoro sus palabras y paso de correr, lo enfrento, lo paro, lo callo.

Que dulzura ser libre, perseguir tus sueños, escalar montañas, sumergirte en las profundidades de los mares, subir al cielo, jugar con lo prohibido. Mandar de una vez por todas, este miedo a volar.