Causa y efecto

Author: Beatriz Sy /


Barcos embotellados con mensajes ocultos, intentan descifrar las pupilas que los observan. Nada es como parece, o parece todo tal y como es. Ser. Mejor, que simplemente estar. Estar pendientes, pendientes de un hilo. Con fuerza, sin rabia. Sin mares a la deriva, derivando en sinrazones razonadas. Razones que no entiendo, que tan solo siento, que quisiera sentir en lo más hondo mientras ahondo en los sentimientos. Sentimientos compartidos, o tan solo partidos en dos ramas que tiran para diferentes puertos mirando un único horizonte. Horizonte donde rematan a los muertos y homenajean a los vivos, donde aparecen los cuenta cuentos, las hadas y las ranas disfrazadas. Y me encuentro entre ranas y mordazas, botellas y barcos que abandonan sus casas, para acercarse a ciudades de dos siglas ataviadas de nombre. Nombre lleno de efectos y de causas.

En la estación

Author: Beatriz Sy /


La estación estaba repleta. Un sin fin de trenes recorrían las vías con destinos varios. Miraba los itinerarios y ninguno era de mi agrado. Busqué atentamente uno que recordé ver una vez, y me atrajo. La verdad es que no sé a donde se dirigía, pero pasaba por lugares desconocidos que me llamaban la atención. Las paradas tenían nombres interesantes, y era distinto, sus colores, su forma, todo. Como no aparecía, me senté a esperar. Sabía, estaba segura, que tarde o temprano haría su entrada. Y así fue.
La verdad es que no soy intrépida, nunca he viajado sola, y menos aún sin rumbo fijo, pero... ¡que diablos!
En taquilla me dijeron que el billete se le compraba directamente al conductor, que ellos eran ajenos a todo lo que tenía que ver con ese transporte, correspondía a una compañía independiente -hasta en eso era distinto-, y me acerqué.
El conductor era un señor alto, de maneras rudas, mirada perdida y voz grave. De esos que se diría con cara de pocos amigos.
Sorprendentemente se negó a venderme el billete. No entendía nada, el tren iba vacío, y esta allí, en la estación. Era como si esperara por mí.
Ante mi palabrería barata -que reconozco que a veces funciona, no sé si por convencimiento o por cansancio- su talante cambió, se volvió dulce y protector, incluso sus rasgos eran otros. Se empeñaba en decir que el viaje era duro, que no estaba hecho para una chica como yo, que no lo soportaría, que los sitios eran complicados, inhóspitos, que eligiese cualquier otro que me llevase por ejemplo a.... una playa, o un balneario.
Una playa, un balneario... ¡aburrido! Yo quería ese. Además, eran mis vacaciones, era mi recorrido, era mi decisión.
Haciendo honor a la más arraigada de mis virtudes -o defecto, según se mire-, la cabezonería, me senté a un lado, como no, a esperar. A esperar a que ese conductor, más cabezón que yo si cabe, cambiase de opinión y me dejara subir.
Creo que se sentía intimidado. Me miraba, lo miraba, lo miraba, me miraba. Era como un duelo de titanes, un mano a mano a ver quien se cansaba antes, quien bajaba la guardia primero.
Entre mirada y mirada, observaba el tren, tan llamativo, tan hermoso. Supongo que era el calor insoportable de aquel lugar, pero por momentos creía ver un guiño en sus ventanas.
Mientras, el conductor se relajó, sacó una foto del bolsillo y una sonrisa amplia dio brillo a su cara. La curiosidad me pudo, ¿qué estaría mirando? ¿de quién sería esa imagen?
Esperaba, esperaba, esperaba. Le hice un ademán con la cabeza como diciendo... no tenemos todo el día ¡Qué! ¿Subo?
Ya con la estación vacía, los trenes en su recorrido habitual, las luces apagadas, el sol encendido, y viceversa... sigo aquí, y el tren ahí; mirándonos.
No sé si este relato, cuento, o lo que sea, tiene un final, o tan siquiera un principio. Si tiene sentido, moraleja o contenido. Pero los sueños tienen eso, son lo que son, un cúmulo de circunstancias rodeadas de espejos en que nos miramos, y cada uno esperando por su tren.

Ojalá

Author: Beatriz Sy /


Cruzar los dedos

apostar por el futuro

Apartar el telón

de funciones postergadas

Respirar tranquila

inquietamente tranquila

Sudar de esperanza

de incertidumbre

Rozar la alegría

Alegría contenida

en busca de la suerte

La suerte de dos

De cenizas, sudor y miel

Author: Beatriz Sy /


Cenizas. Cenizas rebozadas con sudor, esperanza y tiempo, empuñan espadas sin filo donde se columpian los ganas; y ascienden. Acarician sonrisas. Algodones de azúcar, de miel de caña. Ungüentos de sorpresas y milagros. Milagros libres de penitencias que pagar descalza sobre cristales ardientes, sin vírgenes ni dioses; tan solo deseos. Deseos de amaceres y tramontanas que se cuelan sin vergüenza escondidos tras formas chinescas. Formas cálidas, vestidas de negro sobre un fondo blanco y recubiertas de fuego. Fuego que no arde, fuego que no quema. Fuego que ablanda pieles, que limpia heridas, que seca sudores y barre cenizas.

Sed de sed

Author: Beatriz Sy /


Sed de viento

sed de agua

sed de tierra

sed de fuego

Sed de puertas y ventanas

sed de espacios abiertos

Sed de esperas

sin espera

Sed de tiempo

de poco tiempo

Sed de manos

Sed de bocas

Sed de cuerpos.

Tantas veces

Author: Beatriz Sy /


Los refranes siempre me han parecido muy veraces. No puedo asegurar que todos, de hecho hay uno que... "Quien bien te quiere, te hará sufrir".
No solo me parece absurdo y falso, sino un escudo para hacer y decir lo que a uno le place, clamando al cariño y bien ajeno. Yo lo matizaría diciendo... "A quien bien quieres, te hará sufrir". Esto sí.
No creo que necesite explicación, sabemos bien lo que pueden doler determinados actos, palabras, silencios, de aquellos a quien queremos.
Y sí, lo sé, tranquilo, lo sientes.
Te entiendo. Te entiendo porque somos miedo, comemos miedo, bebemos miedo, nos nutren de miedo. Lazarillo mal adiestrado que vela los sueños, y cuesta desterrar de nuestras pesadillas.
Y no, no lo comparto. Porque si hago, no lo siento, y si lo siento, no lo hago; al menos, tantas veces.

Fuera de guión

Author: Beatriz Sy /


El ruido de los aplausos resonaba en lo alto del escenario. Ajenos. Lo último que logró ver el antagonista, fue su afilada sonrisa angelical mientras saludaba, y sus manos; ensangrentadas.

Ritorno

Author: Beatriz Sy /


Regreso al inicio

Donde los ceros marcan la diferencia

entre la nada

y el punto de partida

Donde se dibujan metas

trazadas con tiza

que los críos usan para jugar al teje

Donde los números negocian con las estaciones

y los trenes le venden la primavera al invierno

Donde el eco devuelve el frío

mientras la escarcha pasa factura

y limitan los encuentros

Regreso al inicio

Donde se frenan los pasos

y se aceleran los riesgos.

Pareja, full y pasa

Author: Beatriz Sy / Etiquetas:


Las cartas están marcadas

por el miedo que amordaza
los dedos se vuelven torpes

inseguros

desconfiados

errando cada movimiento.

Se reparten equitativamente

sin trampas

doble partida

segunda tanda.

Intento recordar la última jugada

me hizo perder el primer encuentro.

Encuentro de titanes

barajas mal cortadas

muescas en las esquinas

se dejan ver de forma inequívoca

equivocadamente.

Mangas cortadas

sin ases de salvamento

Tiemblo

las ganas se emborrachan de humedad

sueño.

Trasteros en línea

Author: Beatriz Sy /


Toda casa que se precie tiene un buen trastero. Los hay de todo tipo dependiendo de su condición, status, zona o cualquier otra cosa que se te pueda ocurrir.

En los barrios periféricos intentan guardar sus recuerdos en el fondo de los armarios, los más privilegiados cuentan, quizás, con un pequeño cuarto en los bajos fondos, es decir, dormitan al lado de autos cansados tras duros días de colas, acelerones y frenazos incontrolados.

También están esas otras, hermosas casas de campo que vigilan el trayecto del agua del río, que se impregnan con el color de la hierba y son arropadas por la luz de las estrellas. Esas pequeñas privilegiadas que guardan sus tesoros al final de la escalera, en lo alto, en grandes y espaciosas boardillas con techos a dos aguas y pequeñas ventanas de ojo de buey. Por esas mismas ventanas por la que se cuelan los tenues rayos de sol y dejan entrar ese agradable calor que te hace sentir como en casa.

Paredes perfectamente pintadas de colores suaves, reservan en sus esquinas cajas apiladas en orden milimétrico, que silban de forma provocativa con sonidos inaudibles pero muy claros para los sentidos. Estanterías repletas de juguetes, depositan sonrisas de antaño en las muñecas que a pesar de los años, parecen recién peinadas. Coches de bomberos, cuentos de infantes con dragones y princesas que en aquellas líneas siempre eran rescatadas por hermosos y valerosos príncipes.

Espacios repletos de tiempo, olvidados por la rutina, por el avance vertiginoso de las agujas del reloj que se empeña en desgastar la memoria. Esos espacios que muestran tanto con tan solo mirar una fotografía de familia, el cenicero comprado en nuestro primer viaje, aquel tirachinas roto, el mismo que dejó tantos cristales desvencijados, o el primer ordenador, donde pasábamos horas muertas y nos inventábamos las mejores historias vividas o por vivir. Todo aquello que la imaginación convirtió en un archivo de letras, guardadas en carpetas virtuales que viajan con nosotros a medida que nos modernizamos. Trasteros en línea donde nos guardamos organizados según antojo.

En definitiva, recuerdos. Recuerdos que nos acompañan de cualquier forma o manera. Que a veces necesitamos visitar para darnos cuenta de lo que somos, de por qué somos y de donde estamos.

Único postor

Author: Beatriz Sy /


Cangrejos sangrantes regresan a casa

revolotean como mariposas sin alas

crines de pura sangre en descanso

dormitan tras vientos ahora lejanos

tan solo recordados

por dedos que pululan a su antojo

dejando huellas imborrables

en páginas de tintas propias y ajenas.

Sudores de niños asustados

recuerdan tiempos felices

de muñecas y príncipes

combas, tejes y escondites.

Sonrisas ardientes tras sueños indelebles

deseos destapados como óleos vivientes

en subasta sin puja convenida

con un único postor.

Requiem for a dream

Author: Beatriz Sy /


Aquí estoy, recordando. Ahora, después. Despidiendo, arropando en el último adiós a aquel sueño en el que hubo un único creyente, un único templo, una única sinfonía. A solas contra el vendaval que todo lo arrasa, menos el recuerdo. Manos llenas de estigmas, heridas como ríos de ilusiones muertas. Recuerdo de aquel por el que hoy clamo, canto, alzo mi voz por el descanso de su alma.

Se va, se aleja lentamente. Siempre estuvo lejos, pero ellos son transgresores de la realidad, avanzan sin líneas trazadas, sin reglas, asaltan los límites de lo imposible. Suben hasta lo alto del nirvana para con paso raudo visitar la zona más ardiente y recóndita del infierno. Están, se van, vuelven. Devuelven esperanzas, matan miedos, asesinan hastíos. Deciden el momento exacto. Elegimos, nos eligen.

Ahora, tú sombra se separa, y con ella tú séquito de sueños, tus fieles sirvientes enlazados todos a una. Cadenas sujetas al corazón que tiran del alma en pos de la alegría. Con esta triste alegría de saber que te vas, pero con la seguridad de que el mismo vendaval que te lleva te traerá con aire nuevo, te beso, me despido con el más cálido de los deseos.

Olores lejanos

Author: Beatriz Sy /


Manos blancas claman al cielo.
Luces opacas difuminadas tras rayos tenues,
imperceptibles, improbables;
incapaces de derretir la escarcha aguerrida.
Olores lejanos.
Juegos de niños recién duchados.
Aromas de flores muertas.
Troncos sin ramas susurran su último aliento.
Dulce paladar repleto de sabia amarga recién cortada.
Brisa, viento.
Hojas ocres abonan la tierra yerma de invierno,
cultivo de verano.
Lluvia, vida;
ganas.

El regreso de Ulises

Author: Beatriz Sy /


Pero lo que no saben en el pueblo es que Penélope iba cada día a la estación empujada por el miedo, casi ya sin marcas en su cuerpo. Rezando para que ningún tren lo traiga de regreso, con la pistola cargada en su bolso de piel marrón.

Tanto monta

Author: Beatriz Sy /



Las paredes se estrechan. Poco a poco van formando un rectángulo irrisorio. El sentimiento de ahogo es casi indescriptible, similar a los textos leídos en las tardes de domingo, en los navegables escritos de autores aburridos de esos días -con sus tardes-y las mismas paredes que estas, las que abruman y se prestan a un reparto equitativo.


Difícilmente logro averiguar si han parado, si las múltiples valijas que plagan el cuarto han hecho de freno seguro al final de unos días, o simplemente los días han finalizado. Maletas repletas de sueños vacíos, quizás tan solo maletas vacías repletas de sueños -que tanto monta- aunque no es lo mismo, pero es igual. Preparadas para un viaje interminable donde solo se encuentra el oasis mientras no acabas de llenarlas. Medias llenas, medias vacías. Casi preparadas para el comienzo del viaje, aunque no puedo decir hacia donde, es destino aún por decidir.


Lo que más cuesta es desempacar los adioses, estaban bien guardados en el doble fondo de algunas de ellas. Se quedan allí -más bien los dejo-dormitando después de cada partida. Nunca los saco en la esperanza de no tener que usarlos. Su sonido arde en los labios, deja una sequedad propia de los perdidos en el desierto. Desiertos de soledades, música lúgubre para oídos llenos de silencios.


Balbuceo cada letra, se contraen en resistencia consensuada por cada una de ellas. Se estiran, salen de forma similar a un parto provocado. Dormidas, sollozantes. Negadas a ver la vida pero sin poder evitarlo, respiran; y las paredes se estrechan.

Algo más

Author: Beatriz Sy /


Espero. Sopeso cada una de las letras que no salen intentando hacer lo propio, sin contar lo que deseo. Y por eso, tan solo por eso, están muertas.

Rumores

Author: Beatriz Sy /


Cada rosa deshojada

cada si quiero roto en el viento

cada verdad escondida en arenas movedizas

Cada silencio rasgado por palabras sin sentido

ahogadas en soledades

Soledades acompañadas de sonrisas engañosas

de agendas ocupadas

de parejas encontradas y pasados venidos a menos

Cada búsqueda una pérdida

Cada pérdida un dolor

Cada dolor un despertar a lo desconocido

a la conciencia, a la esencia

Esencias de olores ajados, agrios, secos

Reseco rumor de armonía

reseca oscuridad, resecas frases, resecos valores

resecas y olvidadas sin ser reconocidas.