Yo también te quiero. La voz quebrada alza el abrazo amante, escondido tras la mano amiga. Repetido entre sábanas deseosas de realidad, se anudan cuerpos entre temperaturas invariables, incontables, sabidas y retenidas, esperando la palabra justa del tú y el yo, nosotros. Siempre nosotros, en eterna sintonía de verdades, palabras in-justas; cuerdas sonoras en alo del canto del amor sincero, del respeto al dolor ajeno, a la esperanza muerta de corazones deseosos de un presente, ante un futuro incierto. Ciertamente alejado (de) nos, mantiene los corazones en llama, a pesar de todo, de nada.
Curiosa la amistad de los amantes, que han amado con el control de los amigos y que aman con las ansias de amantes des-conocidos.
Curiosa la amistad de los amantes, que han amado con el control de los amigos y que aman con las ansias de amantes des-conocidos.