Cenizas. Cenizas rebozadas con sudor, esperanza y tiempo, empuñan espadas sin filo donde se columpian los ganas; y ascienden. Acarician sonrisas. Algodones de azúcar, de miel de caña. Ungüentos de sorpresas y milagros. Milagros libres de penitencias que pagar descalza sobre cristales ardientes, sin vírgenes ni dioses; tan solo deseos. Deseos de amaceres y tramontanas que se cuelan sin vergüenza escondidos tras formas chinescas. Formas cálidas, vestidas de negro sobre un fondo blanco y recubiertas de fuego. Fuego que no arde, fuego que no quema. Fuego que ablanda pieles, que limpia heridas, que seca sudores y barre cenizas.
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1 comentarios:
Vida, pura vida.
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