Trasteros en línea

Author: Beatriz Sy /


Toda casa que se precie tiene un buen trastero. Los hay de todo tipo dependiendo de su condición, status, zona o cualquier otra cosa que se te pueda ocurrir.

En los barrios periféricos intentan guardar sus recuerdos en el fondo de los armarios, los más privilegiados cuentan, quizás, con un pequeño cuarto en los bajos fondos, es decir, dormitan al lado de autos cansados tras duros días de colas, acelerones y frenazos incontrolados.

También están esas otras, hermosas casas de campo que vigilan el trayecto del agua del río, que se impregnan con el color de la hierba y son arropadas por la luz de las estrellas. Esas pequeñas privilegiadas que guardan sus tesoros al final de la escalera, en lo alto, en grandes y espaciosas boardillas con techos a dos aguas y pequeñas ventanas de ojo de buey. Por esas mismas ventanas por la que se cuelan los tenues rayos de sol y dejan entrar ese agradable calor que te hace sentir como en casa.

Paredes perfectamente pintadas de colores suaves, reservan en sus esquinas cajas apiladas en orden milimétrico, que silban de forma provocativa con sonidos inaudibles pero muy claros para los sentidos. Estanterías repletas de juguetes, depositan sonrisas de antaño en las muñecas que a pesar de los años, parecen recién peinadas. Coches de bomberos, cuentos de infantes con dragones y princesas que en aquellas líneas siempre eran rescatadas por hermosos y valerosos príncipes.

Espacios repletos de tiempo, olvidados por la rutina, por el avance vertiginoso de las agujas del reloj que se empeña en desgastar la memoria. Esos espacios que muestran tanto con tan solo mirar una fotografía de familia, el cenicero comprado en nuestro primer viaje, aquel tirachinas roto, el mismo que dejó tantos cristales desvencijados, o el primer ordenador, donde pasábamos horas muertas y nos inventábamos las mejores historias vividas o por vivir. Todo aquello que la imaginación convirtió en un archivo de letras, guardadas en carpetas virtuales que viajan con nosotros a medida que nos modernizamos. Trasteros en línea donde nos guardamos organizados según antojo.

En definitiva, recuerdos. Recuerdos que nos acompañan de cualquier forma o manera. Que a veces necesitamos visitar para darnos cuenta de lo que somos, de por qué somos y de donde estamos.

1 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

Yo no tengo trastero.
No lo necesito.
No guardo nada o apenas nada.
Le he cortado las alas a la nostalgia.

Saludos.

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